Desde luego que no hay que tomarse las cosas mu a pecho.
Si fuéramos animales o trogloditas… muy trogloditas, puede que reaccionar con firmeza sea una estrategia plausible. Pero siendo seres desarrollados e inteligentes, debemos ponderar nuestras reacciones y abrir nuestras mentes a los matices de la realidad.
Centrarnos demasiado en aspectos negativos del funcionamiento de la sociedad y de las personas; dejarnos llevar consciente o inconscientemente por envidias o por defectos que todos tenemos y que en ocasiones usamos para atacar a otros, no querernos lo suficiente a nosotros mismos… A mí me ha pasado factura muy a menudo. He perdido amistades y a veces haciendo daño.
Joder, qué difícil me resulta ser capaz de ver todos los matices de cualquier cosa, persona o situación. Qué fácil me resulta dividir a las personas en buenas o malas y qué poco me hace falta a veces para dar una patada a una relación preso de la prepotencia, la falsa seguridad en mí mismo, la euforía acompañada de sentimiento de superioridad. Y es que hasta el mismísimo Krusty el Pallaso que tanto poder de convocatoria tiene sueña con ser Homer Simpson.
Hay veces que pierdo la capacidad de salir de mi fango por un momento y pensar que el vecino o compañero que creemos que nos ha mirado mal no tiene problemas tanto o más grandes que los míos.
El cerebro es plástico. Podemos evolucionar. Podemos curarnos, aprender a tener calma, aprender a ver los aspectos positivos. A no creernos en posesión de la verdad.
En este blog he pecado mucho de creerme estar en un pedestal del que sólo salía chorros de verdades absolutas. Y ha salido mucha ira, mucho fuego.
No me arrepiento de todo lo que he escrito. Es un proceso que me lleva su tiempo, que nunca acaba mientras pueda serme útil para desahogarme.
Este fin de semana fui a ver la película El Jóker. Me ha impactado bastante por la forma tan directa de vincular la «enfermedad mental» (para mí el término correcto sería problemas nerviosos).
Muchas veces me ha gustado hacer el payaso y, la verdad es que hay veces que pienso que muchos hemos fantaseado con una revolución de ese estilo. Y desde luego, no es un problema ajeno a la realidad el que plantea la película (véase los casos de asesinatos masivos en EEUU por ejemplo que tanto vemos en las noticias).
Lo peor que nos puede pasar, sobre todo a los que estamos afectados por problemas nerviosos, es perder la ezperanza en sanarnos, en evolucionar, en confiar en la capacidad de nuestro cerebro de evolucionar. Incluso por medios naturales. En nuestra capacidad de resiliencia, de adaptación, de atracción.
Cuando terminé de ver la película estaba confundido. Incluso ahora no tengo muy claro qué es exáctamente lo que trata de enseñarnos. Seguramente han tratado de dejar la interpretación abierta.
Siento mucho haber hecho daño a tantos amigos, familiares y conocidos por mi radicalidad en la interpretación de las relaciones. Me estoy acordando ahora de las escenas finales de «El Lobo Estepario».
Eso sí… yo en una orgía no me meto… ni loco.
Deja una respuesta